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DIRIGENTES SECTOR AUTOMÓVIL
Los dirigentes del sector del automóvil en Norteamérica parece que se han equivocado últimamente más de lo habitual y, lo que es peor, no hay muchos signos de que estén aprendiendo de sus errores.

El presidente del sindicato de los trabajadores del sector del automóvil en Canadá (CAW), Buzz Hargrove, acusó recientemente a las restricciones que Japón impone a la importación de vehículos producidos en Norteamérica por los problemas de los Tres Grandes.

En Canadá, como en Estados Unidos, General Motors, Ford y DaimlerChrysler han estado perdiendo terreno frente a los competidores asiáticos desde hace una década.
Si en 1996, los Tres Grandes controlaban el 77 por ciento del mercado canadiense, este año su reinado se ha reducido al 55,6 por ciento. Y lo que más preocupa a Hargrove por primera vez en la historia de la industria, la cuota de mercado de los Tres cayó, en octubre, por debajo del 50 por ciento.

El problema de Hargrove no es exactamente que los conductores canadienses compren coches Toyota, Honda o Nissan. Los fabricantes japoneses llevan años produciendo vehículos en Canadá y todos tienen planes para expandir sus operaciones en el país.

El verdadero problema es que los trabajadores de las factorías de las marcas japonesas no pertenecen a CAW. Así que el jefe de CAW quiere que Ottawa actúe y cambie su política comercial para remediar una situación que considera injusta.
"Seguimos teniendo una situación comercial muy injusta que está seriamente dañando los fabricantes de coches nacionales", señaló Hargrove tras conocerse los datos de ventas de octubre.

David Worts, director ejecutivo de la Asociación de Fabricantes Japoneses de Automóviles en Canadá, le ha replicado y puntualizado algunos de los mitos que abundan últimamente entre el sector automovilístico norteamericano.

Según Worts, las tarifas no pueden ser el problema para que General Motors, Ford y DaimlerChrysler no vendan coches en Japón ya que las importaciones de vehículos norteamericanos tienen una tarifa cero mientras que los japoneses tienen que pagar un 6,1 por ciento en Canadá y un 2,5 por ciento en Estados Unidos.

Para Worts, el verdadero problema es que los fabricantes estadounidenses no están realmente interesados en vender automóviles para el gran público japonés y pone como ejemplo lo sucedido hace unos días en el Salón del Automóvil de Tokio, el principal escaparate para presentar productos y motivar las ventas.

Mientras que los fabricantes asiáticos se esforzaron en mostrar modelos enfocados en tecnologías medioambientales, reducido consumo y tamaño y alta seguridad, los estadounidenses prefirieron hacer hincapié en vehículos gigantescos con elevado consumo.

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